Consumo de
drogas: ¿Qué hacer desde la escuela?
Saccone y
Ryan, Ministerio de Educación de la Nación 2011.
En el
cuadernillo se enfoca el quehacer escolar frente a la posible detección de
consumo problemático de drogas. Para garantizar ese enfoque se propone la
realización de algunas preguntas, que después llama “seis interrogantes básicos”:
Las
preguntas que deberían formularse para encarar correctamente cada caso son:
1. ¿Por qué en
la escuela nos preocupa este consumo?
2. ¿Cómo se
supo o conoció la situación problemática?
3. ¿Cómo es el
desempeño escolar de ese alumno?
4. ¿Con qué
regularidad concurre a la escuela? ¿Llega tarde? ¿Tiene inasistencias?
5. ¿Cómo se
relaciona con sus compañeros? ¿Y con los docentes?
6. ¿Se
observaron conductas en la escuela –clases, recreos, paseos, etc– que
evidencien este consumo?
Teniendo en
cuenta que el lugar de adulto de los
docentes en la institución está
dado fundamentalmente por su rol educativo, conviene
siempre tener presentes
estos seis
interrogantes básicos en toda situación vinculada al consumo de sustan-
cias
psicotrópicas.
Dice, más
adelante, a propósito de no estigmatizar ni “diagnosticar” a los alumnos, que “Lo realmente importante es comprender lo que está sucediendo en el
proceso escolar del alumno y para esto los adultos de la escuela sí tienen
conocimiento y experiencia suficiente. Es desde allí desde donde, como docente,
se debe intervenir. Se busca restringir lo más posible la mirada al aspecto
escolar.
Intervención en el ámbito escolar
Plantea que
se da desde “el lugar que le compete a la
escuela: el formativo”.
Y detalla tres áreas sobre las cuales intervenir
o apuntalar, que es donde se presentan dificultades, y donde es necesario
intervenir tempranamente:
·
Desempeño académico·
Convivencia escolar·
Regularidad de la
cursada
En función
de estas áreas plantea que se puede evaluar desde una institución educativa la
“problematicidad” del consumo de sustancias [será “problemático”, cuando afecte
el rendimiento, la convivencia, o la regularidad]. Así vuelve a remitir a las
preguntas que se planteaban más arriba:
- ¿Por
qué en la escuela nos preocupa este consumo? Insistiendo en los “motivos educativos” que nos preocupan, en vistas a
dejar de lado posturas moralistas.
- ¿Cómo
se supo o conoció la situación problemática? Planteando la importancia de
no intervenir si no hay un verdadero problema, y no actuar por trascendidos.
- ¿Cómo
es el desempeño académico escolar? En este punto se verifica muy concretamente el
enfoque puesto en lo formativo desde la escuela, al afirmar que
“Si el
alumno presenta un desempeño adecuado, si no se observan alteraciones,
si tiene un rendimiento académico apropiado,
debemos reconocer que
desde el punto de vista del aprendizaje, de existir consumo de drogas, este
no se muestra como problemático.”
- ¿Con
qué regularidad asiste a la escuela? Evaluando las causas de las
inasistencias, informando sin demora al adulto responsable de inasistencias o
llegadas tarde, entendiendo que la intervención temprana es preventiva.
- ¿Cómo se
relaciona con los compañeros y docentes? Aspecto en el que hay que
intervenir únicamente si se observa problematicidad, (incumplimiento de normas,
peleas, etc). La intervención tiene que darse desde el reglamento de
convivencia y las sanciones que contempla, y profundizar el análisis e intervención
si el problema persiste.
- ¿Se
observaron conductas que evidencien el consumo (en la escuela, clases, paseos,
recreos, etc)? Con el cuidado de no presuponer ni “diagnosticar”. Y en
comunicación con los adultos responsables. Sobre este punto, es interesante la
insistencia en la presencia del alumno, como sujeto de derechos y apuntando a
su responsabilidad:
Cada vez que
se reúnan los adultos, docentes y directivos con los padres y familiares,
es necesario
que el alumno esté informado de las reuniones y que se le dé
siempre la
posibilidad de participar. Como sujeto de derecho, el joven tiene derecho
a conocer lo
que se dice o se piensa de él y a expresar su propia visión de los hechos.
Eso
colabora, además, para que vaya construyendo su propia responsabilidad
-
¿Qué puede hacer la escuela ante los consumos?
Resumo:
-
Hablarlo, cuando existe un claro consumo de drogas.
-
Ofrecer ayudas especiales en caso que se presenten conflictos en las
áreas mencionadas de rendimiento, convivencia, regularidad
-
Llamar a servicio médico e informar a padres ante aparentes estados de
intoxicación (la escuela no cuenta con herramientas para evaluarlos)
-
Siempre seguir trabajando en el vínculo con el alumno, y
• reforzar
la idea de que es muy positivo que haga una consulta de evaluación,
• promover y
destacar la importancia de la continuidad de la escolaridad,
• dejar en
claro que la sugerencia de un tratamiento es una ayuda, y no tiene
la intención
de expulsarlo del ámbito escolar sino, por el contrario, de intentar
sostenerlo
lo mejor posible,
• manifestar
siempre que a los docentes y a la escuela les importa su situación
y que desean
que pueda seguir concurriendo,
• facilitar
la concurrencia al tratamiento, flexibilizando horarios de ser necesario,
si no se han
podido coordinar turnos extra clases,
• efectuar
un seguimiento del caso mostrando interés por la salud del joven,
• estar
atentos a las posibles indicaciones de los profesionales tratantes.
-
Vuelve a insistir en la aplicación de sanciones de acuerdo a los
acuerdos de convivencia, en el caso que fuera necesario, como una forma de
poner límites educativos. Particularmente si lo que se da dentro de la escuela
es consumo (además de lo mencionado más arriba respecto a los inconvenientes de
convivencia):
Si de lo que
se trata es de consumo de sustancias en el ámbito de
la escuela,
el caso debe ser considerado una falta y sancionado de
acuerdo al
reglamento de convivencia escolar vigente. No importa
que sea
tabaco, paco o marihuana: es una transgresión en todos los
casos.
Sancionar es una vía paralela a la de ayudar. Muchas veces
la sanción,
que requiere ser implementada siempre como un límite
educativo,
es la mejor de las ayudas.
- Ir
construyendo una guía de recursos locales, tanto de salud como de desarrollo
social
Después
aborda posibles situaciones fuera de la escuela, de venta de drogas (también
adentro), ante los cuales siempre se debe hacer denuncias ante el Ministerio
Público Fiscal (y ante organismos de protección de derechos de niños, niñas y
adolescentes, en caso que la venta la hagan jóvenes menores de 18 años de
edad).
“Ante todo los derechos”
En este
apartado vuelve a ampliarse la mirada, más allá de la esfera de lo pedagógico,
para mirar a los niños, niñas y adolescentes como sujetos de derechos, desde un
enfoque de protección integral de la cual todos somos responsables.
Señala la importancia
de que la escuela identifique a las instituciones jurisdiccionales de
protección integral de derechos, así como a los efectores más cercanos de
protección integral para articular acciones.
Señala
también que para las escuelas existe la
obligación de informar cuando existe vulneración de derechos (artículo 30
de la Ley 26.061). Y en ese sentido advierte que
Cabe aclarar
que el trabajo con los equipos de los organismos de
protección no implica necesariamente la intervención
del sistema
judicial.