Por: Intercambios Asociación Civil y Fundación Armstrong
Disponible en:
http://fundses.org.ar/archi/programas/derecho_educacion_asignacion_uni_protec_univ/Red%20de%20Organizaciones.pdf
http://issuu.com/federiconantes/docs/asoc_intercambios_-_no_te_sientas_z/1
Drogas en la escuela
La preocupación por el consumo de drogas en jóvenes es parte de la
agenda de muchas escuelas medias. El uso de drogas se presenta como
una trama compleja de representaciones y prácticas, en donde se articulan
procesos sociales, económicos, políticos, ideológicos y culturales. Se
constituye en un problema cuyos efectos implican el refuerzo de procesos
de normatización y disciplinamiento social, y consecuentemente
de estigmatización y discriminación de grupos sociales (Touzé; 2006).
Que en una escuela secundaria se conozca que tal o cual adolescente
usa drogas suele generar preocupación y desconcierto. Surge la pregunta
por cuál es la función de la escuela, cómo inscribir esa situación
y cómo responder a estas problemáticas, siendo el enfoque preventivo
el hegemónico en dicha agenda.
Prácticas de uso de drogas hubo siempre y en todas partes. Sin embargo,
comenzaron a ser definidas como anormales y como problema
recién en la segunda mitad del siglo XIX (Touzé; 2006). El uso de
drogas constituye un fenómeno plural, con múltiples manifestaciones
según el momento histórico, la cultura, el modelo económico, la situación
particular de un país, los diversos significados que les asignan
los sujetos y las propias diferencias entre las sustancias (Touzé y otros;
2008). De acuerdo con esto, lo que puede ser definido como nuevo en
relación con los jóvenes y las drogas alude a las transformaciones de
las prácticas de uso, a la diversidad de situaciones de consumo y a la
heterogeneidad de los contextos.
Esto nuevo no sólo altera los modos conocidos y medianamente seguros
de ser adolescente o ser joven en estos tiempos, sino que también
modifica la manera de reconocerse como adultos y educadores frente a
ellos, esos otros significativos que son condición necesaria del proceso
de subjetivación adolescente. El uso de drogas en el ámbito escolar
plantea el desafío de pensar otras prácticas socioeducativas que se traduzcan
en nuevos aprendizajes sociales.
No te sientas zarpado: hablemos de drogas
En mayo de 2011, la demanda irrumpe en el cotidiano institucional
del Colegio Secundario La Salle, perteneciente a la Fundación Armstrong,
interrogando las respuestas instituidas y desafiando la creación
de nuevas estrategias. La preocupación no se centraba en el consumo
de drogas sino en apoyar, sostener, acompañar las trayectorias escolares
de los jóvenes y sus proyectos vitales. Desde ese momento, y en
co-gestión con Intercambios Asociación Civil, se inició entre ambas
instituciones un proceso de diseño y planificación de un dispositivo de
abordaje específico del uso de drogas desde el espacio escolar.
Partiendo del reconocimiento del fenómeno de las drogas como una
problemática compleja y de la imposibilidad de intervenciones de talla
única, se conformó un equipo de trabajo, integrado por profesionales y
docentes, para abordar la temática de drogas en la escuela, desde una
perspectiva de derechos.
Equipo de trabajo
Se organizó en dos sub-equipos: el operativo y el promocional, y una
coordinación general. El equipo operativo tiene la función de planificar
y garantizar el desarrollo de las actividades. Está conformado
por psicólogos y operadores socio-comunitarios, quienes, más allá de
las tareas específicas que realizan dentro del dispositivo, son parte de
otras estructuras dentro de la institución escolar. El equipo promocional,
conformado por docentes y otros referentes institucionales, constituye
una red de vínculos, en permanente crecimiento, que facilita la
intervención en términos de hacer resonar, promocionar y expandir los
principios orientadores y las acciones del equipo operativo adentro y
afuera del espacio escolar. Al mismo tiempo, el equipo promocional
interroga al operativo con nuevas actividades y situaciones, propone
nuevos rumbos y deriva algunos/as jóvenes ante situaciones específicas.
Modalidad de intervención
Siguiendo a Megías, “Intervenir en problemas de drogas (tratar que el
proceso evolutivo se acorte y transcurra con menos consecuencias negativas)
es prestar asistencia y actuar terapéuticamente pero también es prevenir,
apoyar socialmente, hacer reducción de daños, favorecer la reintegración o
la incorporación social; incluso es educar”. Surge así, como resultado de
las primeras acciones realizadas en conjunto (septiembre-noviembre
2011) y del diagnóstico comunitario (marzo-abril 2012), “No te sientas
zarpado”.
Este dispositivo de abordaje sobre usos de drogas en jóvenes funciona
dos veces por semana durante el horario escolar, y está integrado por
tres componentes o líneas de acción –promocional, formativo y de
atención– y diferentes dimensiones o niveles de intervención –individual,
colectiva/institucional y territorial–:
Basado en intervenciones territoriales fundamentadas desde el paradigma
de la reducción de daños, se consideran las relaciones de las
personas, las sustancias y los contextos de uso, adecuándose la tarea
a las características de los jóvenes y de la comunidad. Se constituye
como un escenario de promoción de prácticas de cuidado, “promoción
de alternativas, de protagonismo, de fortalecimiento de redes sociales. No se
trata, por ejemplo, de decirles a nuestros alumnos lo que deben o no deben
hacer, sino de orientar las oportunidades y proveer los espacios para que sean
actores en la construcción de sus proyectos.” (Touzé; 2010: 65)
En cada uno de los componentes se realizan intervenciones desde los
distintos niveles, diferenciándose por los objetivos. Desde el componente
formativo se pretende involucrar a la comunidad en la construcción
de una serie de conceptos y estrategias de abordaje compartidos,
a partir de trabajar sobre las representaciones sociales. Para esto
se propone repensar colectivamente las estrategias ya implementadas
desde las organizaciones del territorio, rescatando experiencias y promoviendo
la reconstrucción de dispositivos, circuitos posibles y sus articulaciones.
Además, incluye espacios de sensibilización y formación
para los adultos (profesionales, docentes, otros adultos referentes), así
como también trabajos de formación de pares entre los jóvenes.
El componente promocional tiene como finalidad sensibilizar y proporcionar
distintas vías de acceso de información específica sobre el
tema, facilitando el abordaje de aquellas situaciones individuales que
ya tienen una relación problemática con el uso de drogas y que requieren
un tratamiento especializado. Se realizan actividades puntuales
en las que, a través de una actitud de escucha, se facilita el diálogo
desde una mirada integral (ej. secuencia didáctica para problematizar
representaciones sociales, prejuicios y estereotipos sobre el tema drogas,
campañas de comunicación comunitaria, radio abierta). Quienes
participan de este componente, tanto adultos como jóvenes, constituyen
una red ampliada, en permanente crecimiento, para el equipo de
atención y la coordinación.
Por último, el componente atención tiene como objetivo el abordaje
de situaciones de uso problemático de drogas que requieran un tratamiento
especializado, así como también trabajar sobre la minimización
de aquellas prácticas que pueden aumentar las posibilidades de
que el consumo devenga problemático. A cargo del equipo operativo,
se realizan distintos tipos de actividades –orientaciones individuales,
centro de escucha, taller de promoción de prácticas de cuidado y trabajo
en calle– a partir de las cuales se brinda orientación, información
significativa respecto del uso de drogas y se problematizan las
prácticas de consumo. A cada uno de estos espacios, a diferencia de
las actividades realizadas desde el componente de promoción que son
parte de las actividades curriculares, los jóvenes pueden acceder por su
propia cuenta de manera espontánea, por orientación de otros adultos
referentes o por invitación de sus pares. También se acercan otras
instituciones o los mismos adultos referentes, sean familiares o no.
La intervención no es sólo en la escuela, sino que el abordaje se da desde
la escuela. La escuela, sus estudiantes, sus familias, sus redes
de organizaciones “amigas” y no tanto, ocupan eso que llamamos “territorio”,
donde los recursos concretos, las políticas y sus efectores, los inter-
cambios simbólicos y culturales se suceden cotidianamente. Pensar al
sujeto por fuera de las redes territoriales hace inviable el dispositivo de
trabajo. De acuerdo con esto, y teniendo como eje de la intervención a
los jóvenes, se sumaron otros actores, tales como Casa Joven, Cirujas
Asociación Civil, Sala de Salud B° Las Casitas, y las sedes de González
Catán del Programa provincial Envión (La Salle, El Dorado, El
Colmenar y Carrillo). Este trabajo con otras instituciones promovió la
transferencia de conocimientos sobre la experiencia, motivando otras
iniciativas en el territorio, algunas compartidas y otras propias.
Zarpando a nuevos rumbos
Tal como lo definen los y las jóvenes que participan de los espacios,
“no venimos sólo a hablar de drogas, también venimos a hablar de otras
cosas”. Las intervenciones se orientan hacia el reconocimiento de experiencias
conflictivas y angustiantes vinculadas a los sentidos que se
atribuyen a las prácticas de consumo y a otras experiencias vividas,
en tanto que posibles condicionantes de las trayectorias escolares de
los jóvenes. Zarpar, ahora en el sentido de desprenderse, de dejar de
estar atracados, sólo es posible sobre la base del reconocimiento de
la potencia de los jóvenes y de la participación como herramienta de
producción de salud.
Ese proceso no es lineal sino que se organiza desde la imprevisibilidad,
con recorridos irregulares, con avances y retrocesos, en circuitos diversos.
Esto, en clave de comprender y de intervenir en el uso de drogas,
es entender que el uso problemático de drogas puede ser una situación
de particular conflicto en un momento de la vida de los jóvenes.
El “rescatarse”, “bajar un cambio” o “no querer quedar enganchado” se
traducen en ideas de la moderación con las drogas, ya que es la idea
de moderación, y no la de prohibición, la que permite abrir una puerta
distinta para el diálogo. Alejarnos del patrón normalizante del “alumno
problema” (Korinfeld, Levy & Rascovan, 2013) para abordar los
consumos de drogas problemáticos dentro de las instituciones escolares,
se traduce en prácticas de sostén y acompañamiento de las trayec-
torias educativas de los adolescentes y jóvenes. Esto implica entender
que son momentos en los que si algo necesitan no es ser catalogados
ni abandonados, “sino todo lo contrario: necesita ser pensado en el marco de
una estrategia que intente sostenerlo, brindarle apoyo (…) construir puentes
de encuentro” (Kantor; 2008:237)
Bibliografía
Kantor, Débora (2008). Variaciones para educar adolescentes y jóvenes.
Del estante editorial, Buenos Aires.
Korinfeld, D.; Levy, D. & Rascovan, S. (2013). Entre adolescentes y
adultos en la escuela. Puntuaciones de época. Paidós, Buenos Aires.
Megías, E. (2000) Organización de los servicios asistenciales. En Grup
Igia y colaboradores. Contextos, sujetos y drogas: un manual sobre drogodependencias.
Ajuntament de Barcelona y FAD. Madrid.
Touzé, Graciela (2006). Saberes y prácticas sobre drogas. El caso de la
pasta base de cocaína. Intercambios Asociación Civil; Federación Internacional
de Universidades Católicas, Buenos Aires.
Touzé, Graciela (2010). Prevención del consumo problemático de drogas,
un enfoque educativo. Troquel/Ministerio de Educación. Presidencia
de la Nación, Buenos Aires.
Touzé, Graciela; Pawlowicz, María Pía; Rossi, Diana; Goltzman,
Paula; Cymerman, Pablo (2008). Consumo de drogas en Argentina
1994-2004. En Baeza Correa, Jorge (ed.) Drogas en América Latina.
Estado del arte en estudio de toxicomanía en Argentina, Brasil, Colombia,
Chile y Ecuador. FIUC, Santiago de Chile.
No hay comentarios:
Publicar un comentario